Hoy vamos a hablar de los motivos para opositar.
Está claro que cuando nos metemos en el mundo que supone preparar una oposición cambia nuestra vida; nuestro tiempo, nuestra concentración, nuestros gastos, nuestra previsión de planes a medio y largo plazo, nuestras perspectivas laborales…por lo que tiene que haber detrás unos motivos lo suficientemente fuertes.
Hay motivaciones más fuertes que otras. Por ejemplo, el ser humano tiene una capacidad enorme de acostumbrarse a las situaciones. El salario puede parecer una motivación inicialmente, pero, en la mayoría de los casos, una vez lo tenemos, deja de tener tanta importancia e incluso, en un tiempo, no lo veremos suficiente.
Por eso, los motivos tienen que ser más potentes, que realmente produzcan un cambio sustancial en tu día a día, como por ejemplo, tener tus tardes libres para disfrutar de tu familia, para desarrollar tu proyecto personal, para vivir… este si es un motivo potente. Cuando te plantees tus motivos pregúntate, ¿me hará más feliz conseguir esta situación? Si la respuesta es sí, es una motivación.
Una recomendación que siempre doy es poner tus motivos por escrito. Algo mágico tiene el papel que cuando ponemos nuestros pensamientos por escrito parece que toman tamaño, se hacen reales. En nuestra cabeza están muy bien, pero un cambio de situación puede hacer que dejemos de tenerlos presentes o que incluso se distorsionen. Sin embargo, si los escribes, añades la fecha en la que lo has hecho, y los pones en un lugar donde poderlos ver a diario, ahí están, tus propósitos, tus motivos, tu voluntad, tu necesidad de cambio, la exteriorización de aquellas facetas de tu vida con las que no estás conforme y tus ganas de cambiarlas.
¿Qué conseguimos con sacar estos motivos de nuestra cabeza y nuestro discurso interno y llevarlos al papel?
Una oposición es un proceso largo. La vida no se detiene, y mientras opositas, irán ocurriendo sucesos vitales, algunos positivos pero otros que no ( fallecimientos de familiares, problemas de salud, rupturas amorosas…) cuestiones que nos desestabilizarán y que probablemente, nos hagan plantearnos abandonar este proceso. Si estás atravesando un proceso vital complicado tendrás que valorar si ahora mismo necesitas tomarte un descanso o puedes bajar un poco el ritmo para recuperarte y luego seguir. Tener tus motivos escritos te recordará por qué empezaste y qué quieres conseguir, y te hará sacar esa fuerza que en momentos delicados no tienes.
No hace falta que los demás sepan tus motivos, pero tú tienes que tenerlos presentes. Póntelos en tu zona de estudio, de fondo de pantalla de tu teléfono, en la nevera, en lugares cotidianos donde puedan recordarte el motivo de iniciar este camino.
Y tú,, ¿Cuáles son tus motivos? ¿Los has escrito alguna vez? Te invito a que hagas este ejercicio de auto reflexión.
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